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¿Es más feliz la gente que baila?





Muchas personas afirman que es más feliz la gente que baila…

¿Pero qué dice la ciencia al respecto?


La música es capaz de evocarnos emociones intensas teniendo una influencia directa sobre nuestro estado de ánimo. Diferentes estudios sobre los efectos de algunas melodías sobre el cerebro han revelado que éstas activan estructuras cerebrales relacionadas con la motivación, el refuerzo y la emoción.

Entre estas estructuras se encuentran la amígdala: relacionada con la evocación de las emociones; la corteza prefrontal: relacionada con la regulación de estas emociones y con el pensamiento lógico y analítico; y el núcleo estriado: relacionado con el circuito de recompensa cerebral y la motivación.

Estas partes del cerebro también se activan en respuesta a estímulos euforizantes como la comida, el sexo y las drogas, todo ello relacionado con el aumento de una sustancia llamada dopamina.


 

Con nuestros amigos de Diane & Geordi y #Dugotex, vivimos un concierto lleno de alegría, historias y canciones inspiradoras para los líderes:



 


Cuanto mayor es la emoción producida por la música, mayor será la liberación de este neurotransmisor. Todo esto demuestra que la música produce cambios fisiológicos en nuestro organismo, como cualquier otro estímulo emocional.


Si a todo lo anterior le sumamos el acompañamiento a los ritmos y melodías de la música con el movimiento de nuestro cuerpo, tanto la sensación de bienestar como los beneficios fisiológicos, físicos, cognitivos y psicológicos se multiplican. El movimiento ejercido al ritmo de la música favorece adaptaciones cardiovasculares como ocurre con los ejercicios aeróbicos, nos permite mejorar nuestra coordinación motriz, potencia el aprendizaje generando nuevos circuitos neuronales, estimula la memoria, la imaginación, la creatividad, la atención y además tiene un efecto catártico.


Además de ayudarnos a liberar dopamina ―como hemos visto anteriormente―, durante el baile se liberan varias hormonas y neurotransmisores que proporcionan sensaciones placenteras. Al mover el cuerpo, nuestro hipotálamo y nuestra hipófisis liberan endorfinas, hormonas que tienen una función parecida a los neurotransmisores inhibitorios a nivel cerebral, lo cual reduce la sensación de dolor físico y aumenta la sensación de placer.


Si además bailamos en pareja o en grupo, esto provoca un aumento de oxitocina en nuestro organismo. Esta hormona se encuentra involucrada en el procesamiento emocional, la actividad sexual, el establecimiento de vínculos afectivos y la interacción social. Aunque los estudios que están analizando esta hormona son relativamente recientes, existe evidencia científica de que mayores niveles de oxitocina se relacionan con mayores niveles de felicidad debido a que nos ayuda a establecer mejores relaciones interpersonales.




Otro neurotransmisor que se libera cuando realizamos actividad física ―mientras bailamos―, es la serotonina. Altos niveles de serotonina reducen el posible riesgo de padecer estados depresivos. Diversas investigaciones indican que el aumento de los niveles cerebrales de serotonina se relacionan con un estado de ánimo positivo (Mitchell y Phillips, 2007; Barnes, 2011), motivo por el cual rara vez nos sentimos tristes, deprimidos o enfadados mientras estamos bailando.


La producción de todas las sustancias anteriores suele ir asociada a una disminución de los niveles de cortisol en nuestro organismo. El cortisol es una hormona regulada por el hipotálamo, sintetizada y liberada por las glándulas suprarrenales, cuya presencia está asociada con los estados de estrés y ansiedad, que puede mermar nuestro sistema inmunológico si está presente durante largos períodos de tiempo.


Por este motivo bailar resulta ser una actividad anti estresante. Además durante el baile también se libera adrenalina de estas mismas glándulas, sustancia especialmente involucrada en el mecanismo de huida-lucha, pero que segregada en momentos puntuales tiene un efecto activador a nivel físico y en ciertos individuos produce una sensación placentera y altamente generadora de emociones positivas.


Aprender a bailar modifica literalmente nuestro cerebro. Se generan nuevas sinapsis neuronales en las áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento, el lenguaje musical, la adquisición de nuevos patrones motores y la toma de decisiones. También produce una potente activación de nuestras neuronas espejo, debido a que en todo momento vamos calibrando la reacción emocional y física de nuestra pareja, lo cual posibilita que sintamos esa sintonía y ese estado de flujo del que tanto disfrutamos cuando bailamos en pareja.



Tal vez sería demasiado atrevido decir que la gente que baila es más feliz debido a la dificultad que entraña definir con claridad qué es la felicidad. También por el hecho de que hay personas que no sienten ningún tipo de atracción por estas prácticas y a que hay muchas otras formas de alcanzar el estado de flujo. Lo que parece ser indiscutible, desde el punto de vista fisiológico, es que la gente que disfruta bailando es mucho más feliz cuando se deja llevar por la música y expresa sus emociones a través de su cuerpo.


Por todo ello, o simplemente por el hecho de probar algo nuevo,… ¿bailas?


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