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Trabajo en la mejor empresa del mundo: Las organizaciones como actores del desarrollo humano.



¡Trabajo en la mejor empresa del mundo!, fue la expresión que lanzó mi novia cuando llegó de su primer día de inducción. Había sido seleccionada para adelantar un nuevo proyecto en una empresa que tiene un gran reconocimiento nacional e internacional. Mi curiosidad en ese momento era como burbujas de agua a punto de la ebullición. No aguanté más viéndola tan feliz y le pregunté de qué se trataba. Ella, recogiéndose su cabello largo me dijo; siéntate y escúchame. Lo mismo le digo a usted amigo lector, siéntese y lea sin prisa, y si puede prepárese un café del occidente de Antioquia.

Ella sacó sus apuntes y me comenzó a contar su experiencia; Como la recibieron, aquellos beneficios, el ambiente de trabajo, la calidez de los nuevos compañeros, el reto que le habían colocado, la habían llevado a experimentar que podía realizarse profesionalmente en aquella empresa. Y es que, aunque ella estudió economía, su nuevo reto estaba dentro del área de mercadeo. Ella, una economista enamorada de Amartya Sen, ahora se dedicaría a diseñar y ejecutar estrategias de mercado. Entonces recordé que soy de los que asegura que la carrera se descubre es en el campo laboral.

Puedo decir con conocimiento de causa que una de las grandes falencias de las empresas colombianas es que no identifican para qué son buenos sus empleados. La necesidad de resultados inmediatos hace desplazar esta tarea que resulta ser aquella tarea que puede maximizar resultados en el mediano o largo plazo sin necesidad de invertir grandes recursos económicos. Eso fue lo que le pasó a mi novia, la empresa hizo el tránsito y habían descubierto que ella tenía talentos que, unidos a su pasión, y a su propósito de vida definido en ser altamente útil para fines concretos, hicieron de ella un elemento esencial que el día de hoy aporta a la diversificación del negocio con altas probabilidades de crecimiento sostenido.


Este punto de vista está soportado en la cantidad de personas que conozco que se deprimen los domingos por la tarde porque piensan que el lunes, y toda la semana, deberán dedicarse a una rutina que detestan. La Revista Dinero, en un artículo del 23 de noviembre de 2016 publicó que se hizo una investigación y se encontró que el 87% de la fuerza laboral en el mundo se sienten miserables o infelices en el trabajo. Y gran parte se debe a que las empresas no identifican qué son capaces de hacer y de ser las personas (es una pregunta que adopto para el mundo empresarial y que se hace Martha Nussbaum en su libro Crear Capacidades, cuando plantea un nuevo enfoque del desarrollo y bienestar humano).

El hacer entendido como aquello en lo que la persona elige, se siente realizada, y útil, porque lo hace con maestría. Aunque para hacerlo de esta manera requiere que la empresa desarrolle en sus empleados capacidades y habilidades que apunten a la excelencia de las labores. Y precisamente, es la empresa la obligada a invertir en sus colaboradores porque cuando una persona experimenta crecimiento personal y se siente útil (identifica para qué es buena y lo hace con pasión) crea identidad por aquella institución que fue capaz de verlo como un todo y no simplemente como un dato de rendimiento.

Ahora, la inversión que hace una empresa en sus colaboradores no sólo debe ir en la vía de la formación ya que la integridad de una persona pasa por todas sus áreas. Esto quiere decir que mejorar la calidad de vida de los trabajadores de una empresa exige decisiones políticas inteligentes.

Recordemos que el economista Mahbub ul Haq en un informe sobre desarrollo humano apuntaló que la verdadera riqueza de una nación está en su gente. Lo mismo sucede en las empresas cuyo objetivo humano debería ser crear un ambiente propicio para que sus colaboradores directos e indirectos disfruten de una vida prolongada, saludable y creativa. Esta puede ser una verdad obvia, aunque con frecuencia olvidada debido a la preocupación inmediata de acumular bienes de consumo y riqueza financiera.

Este ambiente propicio del que habla ul Haq al aplicarse en las empresas apuntaría también a identificar y reasignar funciones a sus trabajadores que sean automotivadoras y realizadoras del deseo de sentirse útil (diferente a ser utilizado). Una forma para identificar qué puede hacer y ser una persona es la observarlos en ambientes no laborales o de diversión, lo lúdico permite descubrir nuevas capacidades y habilidades que no son fácilmente detectables en ambientes cuadriculados.

Este es un llamado a las empresas a que miren hacia adentro, a lo que tiene corazón, le inviertan a esos seres vivos que hacen posible que una empresa facture. Cada estrategia inteligente que las empresas hagan por sus empleados siempre se verá reflejada en la satisfacción de sus clientes, como lo plantea Richard Branson: Los clientes no son lo primero, lo primero son los empleados. Si cuidas de tus empleados, ellos cuidarán de tus clientes.

Hoy, mi novia sigue en esa misma empresa que día a día le coloca nuevos retos, y aunque al final de la tarde no siempre sale el arcoíris, es precisamente el estar haciendo labores con las que se identifica, plantearse retos, y sentirse útil, además de un salario equitativo, es lo que la hace mantenerse viva y levantarse con la idea que está creciendo personal y profesionalmente, y eso lo llamo justicia empresarial.

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